Era solamente un día más para Shakira en Nueva York, balanceándose entre estrella pop y benefactora. Cuando le preguntaron cómo hace para mover sus caderas en la forma en que solo ella puede, respondió, "Un mago no revela sus trucos".
Ese es el mayor grado de astucia que Shakira mostrará. Su mayor truco, si es que lo tiene, no tiene nada que ver con sus famosas caderas, que se mueven en cualquier dirección sin efectos especiales. Se trata de mantener el aire de transparencia, la facilidad con la que salta de cultura en cultura, de papel en papel y de idioma en idioma, todo con una burbujeante femineidad y, detrás, una atención perfeccionista a todos los detalles.
Sale el sol es su último cambio de dirección. Su disco del 2009, She wolf, o Loba, apuntó al común denominador internacional de la música dance. Shakira lo produjo casi integralmente con los Neptunes, un equipo de prolíficos y familiares fabricantes de éxitos de hip-hop y rythm and blues. Sale el sol, que incluye sobre todo canciones en español, abandona esa estrategia hacia lo masivo y favorece el instinto, los caprichos y las esperanzas de lo que Shakira, de 33 años, llama nostalgia. Está repleto de cruces de idiosincrasias e híbridos, a menudo relacionados con sitios muy específicos.
"Es como haberme reencontrado conmigo misma", dice la colombiana. "Te influís por todo lo que escuchas en la radio, o, tal vez, por lo que crees que son las expectativas de los demás. Pero de repente te das cuenta que todo lo que necesitas escribir es eso que está adentro tuyo, es decir, no mirar hacia fuera sino hacia dentro". Pitbull, un rapero cubano-americano, que aparece en este disco, afirmó que "en su disco anterior intentaron americanizarla, y por eso le dieron grandes productores. Eso no fue necesariamente algo malo, pero simplemente no es ella".
Momentos antes de su aparición en el programa Today, que se graba en Nueva York, Shakira se concentró en un vestidor para terminar de escribir un discurso para su siguiente parada: una sala de conferencias en el edificio del Programa de Desarrollo de la Naciones Unidas.
Apareció luciendo un lustroso pantalón negro con un corte lujoso y luego trepó a una camioneta negra para una larga trayectoria a través de la ciudad, cosa que le dio suficiente tiempo para esta entrevista. Luego de atravesar el sistema de seguridad de las Naciones Unidas, retocó su lápiz labial y se unió al presidente de su Colombia natal, Juan Manuel Santos, con quien anunció la formación de Colombianos de Nacimiento, una iniciativa mitad pública, mitad privada, de 25 millones de dólares, para asistir la educación temprana de los niños.
"La única forma de superar la pobreza y la iniquidad es cambiar la ecuación por la que un niño que nace pobre muere pobre", dijo allí en su discurso en español, con Santos a su lado. "Y esa ecuación puede ser mejor resuelta durante los primeros años de vida". Santos le dio un cálido abrazo y elogió también el concierto que ella había ofrecido en el Madison Square Garden, dos días antes, diciendo que había sido "emocionante".
Luego de que los oficiales dejaron el cuarto de conferencias, ella dijo con gran seriedad: "Mi trabajo como artista me ayuda para acercarme a la gente con gran influencia sobre la vida y los destinos de muchos, como el presidente de mi país. Así que puedo discutir cosas que son mucho más importantes que yo".
Y su día apenas había comenzado. Luego de eso volvió a su modalidad de estrella pop, para presentar Sale el sol ante la prensa latina en Estados Unidos. Luego partió hacia el programa de Tv The late show with David Letterman, donde bailó con sus bailarines al ritmo de su primer simple, Loca, reconociblemente latino, cruza de merengue y rapeo. Más tarde tomó un avió y se dirigió a Florida para continuar con su gira y cruzar otra noche de brillo.
"Hay canciones que son solo para bailar en una discoteca, que no tienen gran trascendencia. Pero hay canciones que permanecerán en los corazones y las conciencias, a veces para siempre. Hay canciones que tienen el poder de alimentar las relaciones humanas y sus estados mentales y espirituales. Recuerdo momentos de mi vida directamente relacionados a una canción, así que cada tema tiene un propósito", dijo. "Pero cuando estoy creando, lo hago de una forma tan personal e íntima que no pienso mucho sino que dejo que todo salga". Con el salón de las Naciones Unidas ya despejado, sola, remata: "Quiero seguir siendo auténtica, no quiero terminar posando".
"He decidido que para este disco no voy a explicar cada canción"
La canción que da nombre al disco es un folk rock y reclama optimismo en tiempos difíciles. Al mismo tiempo, canciones como Devoción, Antes de las seis y Lo que más incluyen toques de lamentos y comentarios sobre la soledad. "Sea lo que sea, está ahí en las canciones". Sonríe. "He decidido que no voy a explicar cada canción en esta oportunidad. Es difícil explicar una canción y en este caso ellas hablan de mí mucho mejor de lo que yo puedo hablar sobre ellas.
La música salta por los dos hemisferios y en ocasiones mira atrás hacia lo que ella adoraba cuando crecía en Barranquilla. "Mi ciudad es la cuna del carnaval en nuestro país. Todo lo que viene de las islas y de los países vecinos se convierte en la música que se produce allí". Como tiene nostalgia por el merengue, de la República Dominicana, tres canciones en el disco, incluyendo Loca, son fusiones electrificadas con este ritmo.
Grabó con el rapero y productor dominicano El Cata, en un pequeño estudio de un barrio humilde de Santo Domingo. "Ella me dijo que yo tenía cosas que la hacían moverse. Yo le dije que era percusión y que lo tenía en mi estudio", dijo El Cata. La canción Gordita, otro híbrido de rap latino, pone a dúo a Shakira con René Perez Joglar, más conocido como Residente, de Calle 13. La base rítmica es una cumbia colombiana con los tambores subidos y un rapeo de Residente. "Le dije que podía ser bueno reírse de sí misma", cuenta Residente por teléfono, "De ese modo los críticos no podrían decir nada, porque ella ya lo habría dicho".
Superestrella latina que se pone al día y busca lo suyo
Shakira Isabel Mebarak Ripoll ha trabajado a ese ritmo durante la mayor parte de su vida, primero en Colombia, de donde surgió en la costeña ciudad de Barranquilla como una roquera adolescente (ella, en inglés, se autodenomina "rock chick") y saltó como la superestrella global que bien podría ser considerada como la artista latinoamericana más famosa. Su nombre es toda una marca: acaba de presentar un perfume que lleva su propio nombre. Así y todo no ha olvidado sus orígenes. Con una dulce determinación ha mezclado continuamente lo local y lo global. Hips don´t lie, Las caderas no mienten, su hit de 2006, incluía la frase "Miren, en Barranquilla bailamos así", mientras el video mostraba escenas del carnaval de la ciudad. Pero Loba, del año pasado, casi logró homogeneizarla. Apuntó hacia los beats bailables de discoteca que también impulsaban a los Black Eyed Peas y a Lady Gaga. "Me di cuenta de que el mundo iba más rápido que yo y que tenía que ponerme al día".